La respiración consciente, llave maestra de la salud

Respirar bien es una fuente de salud, ya que garantiza mayor vitalidad para nuestro cuerpo, nos otorga claridad mental y, además, es la clave para una relajación efectiva; la respiración lenta, profunda y rítmica es un efectivo recurso para relajarnos y, por eso, cada vez cobra más importancia en tratamientos médicos y terapias de bienestar. Así, en Estados Unidos se ha puesto hace unos años de moda el breathing, técnicas para aprender a respirar.

Vivir rápido… respirar rápido

En la actualidad vivimos sumidos en una actividad febril cuya consecuencia es que hagamos todo aceleradamente. Comemos, charlamos, besamos… a gran velocidad y, desafortunadamente, respirar no es una excepción.

En términos generales me atrevo a afirmar que el hombre moderno respira de forma arrítmica y sin pausas. De hecho, la frecuencia respiratoria normal de un adulto en reposo es de ocho a dieciséis respiraciones por minuto y, en estados profundos de relajación o meditación, se respira cuatro veces por minuto. Varias investigaciones científicas han demostrado que un ritmo respiratorio de ocho o menos respiraciones por minuto (cinco segundos inspirando y cinco segundos exhalando) estimula la glándula pituitaria, responsable de la regulación de muchas de las funciones vitales del cuerpo y del bienestar general. Por el contrario, una persona que respira entre veinte y veinticinco veces por minuto es probable que tenga o, llegue a tener, algún tipo de problema nervioso o respiratorio. Por otro lado, solo utilizamos el 30% de nuestra capacidad respiratoria pues, en vez de expandir y llenar nuestros pulmones de aire, lo hacemos de manera superficial. Como consecuencia, nos falta vitalidad, tenemos dolores de cabeza, ansiedad, estrés…pero, sobre todo, esta carencia de oxígeno provoca un funcionamiento pobre de todo el organismo. Y, es que la mayoría de nosotros respiramos lo justo y necesario para no ahogarnos, lo que se manifiesta en que no lleguemos a conseguir una correcta oxigenación del cuerpo.

En este sentido, una respiración consciente, profunda, pausada y adecuada en cada momento repercute beneficiosamente en nuestra salud, pues facilita la oxigenación de las células y del cerebro, regula el ritmo cardíaco y la presión arterial, y favorece la circulación y la digestión. Además, actúa sobre nuestro organismo de forma similar a los tranquilizantes o ansiolíticos, activando la producción de sustancias que producen una agradable sensación de relajación y tranquilidad. En resumen, una respiración consciente y relajada puede eliminar mucho más que toxinas: nos ayuda a liberar las tensiones, aumenta nuestra consciencia corporal y es una fantástica herramienta para gestionar las emociones.

Mira a un bebé: reaprende a respirar bien

Gran parte de los males derivados del rápido ritmo de vida que llevamos (estrés, ansiedad, cansancio crónico, depresión, tensiones musculares, insomnio, etc.) podrían prevenirse o atenuarse recordando esta llave maestra de la salud: la respiración. De esta manera, de todo el sistema autónomo de nuestro cuerpo (digestión, circulación,…) el único sobre el que tenemos control es la respiración. La mejor noticia es que a través de ella podemos influir conscientemente en nuestro inconsciente corporal y emocional.

Para respirar bien debes hacerlo de forma profunda, sutil y lenta. Al inspirar concéntrate en levantar el abdomen y llenar conscientemente de aire la parte inferior, media y superior de los pulmones

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